Las normas de propiedad horizontal siempre han buscado facilitar la convivencia entre los propietarios, pero la ley puede diferir cuando se trata de cuestiones sobre animales y mascotas.
A pesar de entender el «no» como la respuesta más lógica, la ley de propiedad horizontal no puede limitar las facultades de la propiedad privada, lo que crea una serie de contradicciones que se deben tratar para llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.